Como hemos visto en el apartado anterior sobre la presión, esta no solo depende de la superficie de la sustancia sobre la que se ejerce una fuerza, sino también del estado de dicha sustancia (sólida, líquida o gaseosa).
Un aspecto curioso de los líquidos al aplicar una presión sobre algunos de ellos, es que estos pueden cambiar su forma pero no su volumen, al menos de forma importante. Esto hace que la compresibilidad de los líquidos sea practicamente nula, es decir, se pueden comprimir muy poco. Este mismo hecho ocurre con los sólidos, aunque no con los gases.
Fuerzas de un fluido en equilibrio
En recipiente que contiene un fluido, el peso del líquido ejerce una presión (presión hidroestática) sobre su fondo que a su vez crea una fuerza perpendicular a las paredes del recipiente desde el interior del fluido hacia afuera.
Por esta razón, cualquier fluido en equilibrio (que no se encuentre en movimiento) ejerce una fuerza sobre cualquier superficie que se encuentre en contacto con él. Dicha fuerza es perpendicular a la superficie de contacto entre ambos.
La presión aumenta con la profundidad
Si a un recipiente le hacemos agujeros a distintas alturas a lo largo de su superficie y lo rellenamos con un fluido, podemos comprobar que el líquido comienza a escapar por los orificios. Sin embargo, podemos obervar que la fuerza con la que sale el agua es mayor cuanto mayor es su cercanía con la base del recipiente. Esto nos indica que a mayor profundidad, mayor es la presión.